...Y nosotros no, es esa inmensidad llamada biblioteca de Santiago. Y me quejo porque vivo como a seiscientos kilómetros de esta maravilla y no puedo darme una vueltecita por ella, todos los días o todas las semanas. Es una mierda que Santiago quede tan lejos, porque si digo que es una mierda que no haya bibliotecas como esa, acá, sería como sacarle la madre a las personas que viven en regiones más alejadas y sería como sacarle la madre a los señores politiquingos que hablan y hablan de descentralización, igualdad de condiciones y oportunidades, problemas reales (como si hubiera problemas falsos) de la gente dequiensabedondemierda y todas esas imbecilidades que los tienen viviendo en el Chile del 1800.
Puede que hoy ande algo pesimista o más realista de lo necesario, pero mi verdad sea dicha, quienes deciden que en Santiago (y su patio de veraneo, Valparaiso) suceda y se decida todo, se pueden ir a la soberana chucha.
Puede que hoy ande algo pesimista o más realista de lo necesario, pero mi verdad sea dicha, quienes deciden que en Santiago (y su patio de veraneo, Valparaiso) suceda y se decida todo, se pueden ir a la soberana chucha.
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