Fraccionaría segundos y entre cada pedacito, pondría un beso absoluto. Uno de esos que he anhelado darte desde aquella clase de fotografía, en la que te vi por primera vez hace ya ocho inviernos. No podía ser otra clase si se trata de imágenes que se ensañan con mi emulsión emocional.
Y después, entre tanto, tantos flashes de ires y venires que fueron alumbrando tus caminos y encandilándome en los mios, coloqué mi pecho frente al viento que dejó tu desaparición. Mi cara helada aún quiere estar contigo, mi pelo más largo, y con algunas canas tempranas, todavía crece para que tus manos sean su peine.
Sueño con que mis palabras te den vuelta hacia mí y me descubras, me conozcas de otra forma, me admires de verdad y te enamores como yo lo hice en aquel pupitre. Te prometo, y puedo hacerlo, te daría la felicidad envuelta en mis abrazos y en mis suaves toques de música.
Cuánta distancia hay y quiere haber entre mis deseos y tus decisiones, son tan descriptivas nuestras situaciones; tú, esperando ese extranjero prometido por la pitonisa y yo, queriendo ir a Madrid para hacerme de un amor. Juraría que estamos hechos el uno para el otro, pero no puedo olvidar que no juro porque no creo. Prefiero saber decir que estoy tan seguro que realmente tú eres mía, que me siento vacío cuando me respondes con silencios e inquietudes que yo no soy tuyo. Pero mi convicción tendrá que llevarme por todos lados antes de saber que ya te enteraste de lo innecesario que esto; y a veces tengo el temor que probablemente tendremos que conocer más que una existencia antes de unirnos. Estoy tan convicto, que sé mis palabras tendrán cada vez más fuerza para declarar que estoy en lo cierto. No me importa cuantas formas aprendas, ni qué colores te cubran, seguiré con mi cámara por todo el mundo para darte las mejores imágenes que alguien que cuente con tu venia jamás podrá darte; porque soy yo el que reclama el derecho de escribirte como lo hago y de inventar combinaciones de acordes que nos hacen reir o llorar. Nadie más lo hará por ti. Ni aunque intenten volver el tiempo y traten de entrar en esa sala misteriosa, donde tu silueta se plasmó en mi incondicional sensibilidad.
Y después, entre tanto, tantos flashes de ires y venires que fueron alumbrando tus caminos y encandilándome en los mios, coloqué mi pecho frente al viento que dejó tu desaparición. Mi cara helada aún quiere estar contigo, mi pelo más largo, y con algunas canas tempranas, todavía crece para que tus manos sean su peine.
Sueño con que mis palabras te den vuelta hacia mí y me descubras, me conozcas de otra forma, me admires de verdad y te enamores como yo lo hice en aquel pupitre. Te prometo, y puedo hacerlo, te daría la felicidad envuelta en mis abrazos y en mis suaves toques de música.
Cuánta distancia hay y quiere haber entre mis deseos y tus decisiones, son tan descriptivas nuestras situaciones; tú, esperando ese extranjero prometido por la pitonisa y yo, queriendo ir a Madrid para hacerme de un amor. Juraría que estamos hechos el uno para el otro, pero no puedo olvidar que no juro porque no creo. Prefiero saber decir que estoy tan seguro que realmente tú eres mía, que me siento vacío cuando me respondes con silencios e inquietudes que yo no soy tuyo. Pero mi convicción tendrá que llevarme por todos lados antes de saber que ya te enteraste de lo innecesario que esto; y a veces tengo el temor que probablemente tendremos que conocer más que una existencia antes de unirnos. Estoy tan convicto, que sé mis palabras tendrán cada vez más fuerza para declarar que estoy en lo cierto. No me importa cuantas formas aprendas, ni qué colores te cubran, seguiré con mi cámara por todo el mundo para darte las mejores imágenes que alguien que cuente con tu venia jamás podrá darte; porque soy yo el que reclama el derecho de escribirte como lo hago y de inventar combinaciones de acordes que nos hacen reir o llorar. Nadie más lo hará por ti. Ni aunque intenten volver el tiempo y traten de entrar en esa sala misteriosa, donde tu silueta se plasmó en mi incondicional sensibilidad.
4 comentarios:
Está media fea la foto... el efecto digo yo. Parece efecto de fotolog, esos que tienen estrellitas o burbujas.
Y Vení Raquel... jaj, qué canción más antigua, es como de la época Sucupira. .. ahmm, tengo recuerdos vagos de esas músicas... y te encaramos en barra... qué cuco!!
Saludos Marinos!
Bueno, bueno. Si no les gustó el efecto entonces la cambio... ta bien, ta bien.
extrañaba esas profundidades del pensamiento
:)
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