Es tan difícil sostener tiempo y a la vez encontrar las respuestas en el trance del silencio. Al menos la convicción de la incertidumbre me entrega rayos de sol creativo, al menos sigo en el espera inmortal.
No tengo más miedos que los que te voy arrebatando para entregárselos a la tristeza necesaria de estar separados.
Imagino cada mirada y su inevitable carga de verdad eterna, los labios comprometidos con el placer de existir y de crear una nueva existencia, una configuración renovada, una liberación al amor empapado en cada palabra inventada para nacer.
Es tan difícil creer que todo el tiempo recurrido me hará olvidarte, que alguna desarraigada te llegue a los talones, si en realidad yo sé que un segundo es una amalgama más fuerte que la fracción anterior cuando de mi corazón y de tu espíritu de trata.
Todos los días busco la iluminación de cada espacio palpable para impregnarme de la energía necesaria para hacerte pensar mí. Y es tan desconsolante no verte que hasta mis escritos sufren tu lejanía.
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