No se me ocurrió nada hasta que esta composición del penquista Pedro Uhart me dejó "lelo". En ella, todo el poder de la unificación del ser humano a través de los colores que cada sonido crea. Eso es lo que tiene la música, un poder de adherencia entre la emoción, la razón y el cuerpo. A veces siento que somos una pieza musical rondando por todas partes y entregando acordes contingentes.
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