La velocidad del mundo se ralentizó, cual braceada contra la corriente de un río torrentoso. Durante estos tiempos en que la lejanía se hizo presente, los días me parecen más lentos, más pesados y la ansiedad por verte se transforma en un látigo insoportable. Pero al instante, tus palabras céleres llegan al rescate de mi alma, como si fueras una heroina mágica salida de algún cuento de hadas. Parece irreal, parece imposible, pero es tan cierto como el amor que siento por ti, como la necesidad de estar contigo recibiendo el impulso de tus ojos, como tus suaves caricias, las mismas que me llevan al éxtasis. Eres una mujer increible y me siento inconmensurablemente agradecido de estar contigo, de compartir una parte de nuestras existencias y de querer compartirlas hasta que sea lo que sea.
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