En vuelos rasantes a los sueños y entre destellos de placer cúlmine nos hemos ido balanceando en estos meses, melosos y concescendientes con nuestro amor.
Ocultando y ocultando, esperando y creciendo, nuestro trato de complicidad se me antoja tan inigualable como lo es el misterioso beso entre el mar y el cielo, en cada atardecer.
Son nueve meses, tiempo suficiente para que nuestra vida de a luz a este lazo increíble que nunca sentí.
Publicadas por
GACH
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