VUELTA POR EL UNIVERSO

Pasar por las orillas de la inmensidad sin nada que decir es negarnos que vinimos por algo.


Bien dicen que el fútbol es pasión. Digamos que algo así como una cosa incontrolable a la que se dedica tiempo y hormonas, buscando hasta el más mínimo detalle para justificar lo injustificable, o hundiendo profusamente el dedo en la herida recién abierta por alguna derrota o ulcerada por dolores históricos de una hinchada.

Ahora bien, si toda esta idiotez es volcada en un medio en el que las empresas pagan por tener idiotas viendo su marca, el resultado son noticieros de televisión compuestos por frígidos 40 minutos de fútbol y comentarios obvios de sus protagonistas y observadores.

Lo anterior no sería problema si fuésemos una sociedad más bien equilibrada. Y ni siquiera hablo de lo económico, sino de lo emocional. Porque resulta insano ver, en un espacio por esencia informativo, los llantos más pelotudos y los fraseos menos pensados de nuestra especie. ¡Aguaaaanteeeee el aaaalboooo! ¡No existen fracasaaaaaaadooooos! Y otras expresiones pseudohumanas, emitidas con un gesto que asemeja la cara de un caballo y con la lengua medio traposa. ¡Soberana estupidez!

Por favor señores editores, muestren los resultados y chaaao. El resto exacerba a los descerebrados que pululan en nuestras calles.

1 comentarios:

Anónimo dijo... 7:55 a. m.  

No sé nada de fútbol. Es verdad. Pero quiero estar en los camarines de la selección de esa foto.
O en el calentamiento.
Saludos desde la Abadía

Ricardo I.

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